La bipolaridad de la economía colombiana radica en que, en el polo positivo, hay bonanza de ingresos por exportaciones de café, industriales, turismo, servicios y remesas del extranjero. La capacidad adquisitiva de nuestras exportaciones, en términos de importaciones, ha estado alta.
El polo negativo es un déficit del gobierno nacional fuera de control. Terminó el año pasado en el exorbitante nivel de 6,8% del PIB; y este año puede terminar cerca de 8% del PIB. Para 2026 podría llegar a un récord histórico, cercano a 9% del PIB, según los más pesimistas, entre los que me cuento.
El desorden fiscal lleva a tasas de interés de 12,6% en dólares para los bonos soberanos a 10 años. Ese nivel presagia una crisis, pues refleja un serio problema de credibilidad. Es como las nubes negras antes de un aguacero torrencial. Además, el déficit del Gobierno absorbe la mayoría del ahorro nacional, desplaza a la inversión privada y dificulta financiar inversiones que hagan crecer a la economía.
La bipolaridad de un sector externo pujante y uno fiscal desestabilizador recibe en este momento una mala noticia. El precio del petróleo (referencia Brent), que empezó el año arriba de 80 dólares/barril, fluctúa ahora cerca de 60. Se acaban de revisar hacia abajo esas expectativas de precios por parte del Gobierno y Ecopetrol.
Hay que poner atención al anuncio de Arabia Saudí, que dijo estar preparada para soportar un período prolongado de precios bajos. La OPEP+ (con Rusia) anunció un aumento de la producción de crudo de 411.000 barriles a partir de junio. Si los precios se mantienen bajos por el resto de 2025, Ecopetrol se puede ver forzada a cerrar campos no rentables y a aceptar importantes castigos contables, llamados impairments, que aniquilen las utilidades de este año.
Las sensibilidades calculadas el año pasado por el Ministerio de Hacienda indican que una caída de 10 dólares en el precio del petróleo, promedio para 2025, pueden aumentar el déficit fiscal en 0,18 puntos porcentuales (pp) del PIB, y la deuda pública neta en 0,47 pp; el efecto sobre el déficit en la cuenta corriente de la Balanza de Pagos sería de 0,3 pp mayor, y habría una caída de 0,3 pp en la inversión, el consumo y el crecimiento del PIB. Estos efectos pueden sonar moderados. Pero con la economía bipolar, un deterioro petrolero puede ser la gota que reboce la copa.
En medio de una situación tan delicada llegó un anuncio extraño. La DIAN cambió de interpretación frente al IVA a la gasolina importada. Si esa versión prospera, Ecopetrol le adeudaría 4,8 billones de pesos por IVA, 1,5 billones por sanciones, 2,3 billones por intereses retroactivos y, además, la Refinería de Cartagena debería un billón adicional. Eso dejaría sin caja a Ecopetrol para mantener su actividad de producción. Si a la DIAN llega a extender ese concepto a las importaciones de ACPM, las pretensiones pueden ascender a 21 billones de pesos. Ahí sí, apague y vámonos.
Ecopetrol importa gasolina para evitar traumatismos en el mercado nacional y garantizar el abastecimiento, dado que la producción de las refinerías de Cartagena (Reficar) y Barranca no da abasto. Esto la responsabilidad de la empresa para un objetivo estratégico del país.
Con ese anuncio de la DIAN, aparece un vaso comunicante complejo entre la situación fiscal y la petrolera, que suma otra bipolaridad a la mencionada al principio de este artículo.
La DIAN fundamenta esta decisión en una interpretación curiosa e intempestiva de la reforma tributaria de 2016. Según su criterio, esa reforma habría cesado la exclusión del IVA a la gasolina y el ACPM. Desde entonces, creen los abogados de la DIAN, se debe usar el artículo 459 del Estatuto Tributario para definir la base gravable aplicable a importaciones de gasolina y ACPM, en lugar del artículo 465. Dado que sus requerimientos se basan en análisis verbales, escatológicos e históricos, que sobrepasan mi área de experticia, debemos remitirnos al Consejo de Estado para que dirima este espinoso asunto.
Si la DIAN llega a tener razón, tanto en gasolina como en ACPM, Ecopetrol se queda sin caja para producir el petróleo de este año. Eso puede tener consecuencias desastrosas sobre sus finanzas, y, de contera, sobre los impuestos que pagaría este año y el próximo. Si la DIAN está equivocada, se le seca esa presunta fuente de ingreso para 2025.
El sindicato de la USO se quejó, en mi opinión con razón, de que la DIAN quiera hacer una reforma tributaria específica para Ecopetrol, por vía administrativa, usurpando las funciones del Congreso. Sorprende que sea la USO y no la junta directiva o la administración de Ecopetrol el que sonó las alarmas y manifestó desacuerdo con la DIAN. Finalmente, la junta elevó una consulta al Consejo de Estado.
En suma, mientras el Gobierno enfrenta serios desafíos de recaudo tributario, y alimenta un gasto desenfrenado, orientado a crear un clima favorable de cara a las elecciones de 2026, se empeña en maltratar justo al sector de minas y petróleo, el mayor pagador de impuestos en Colombia.
No faltan los que miran con suspicacia esta movida agresiva de la DIAN, como una de las jugadas del Gobierno Petro en contra de la actividad petrolera en Colombia. Si así fuera, sería francamente temerario. Solo a un gobierno bipolar se le ocurriría actuar así contra su principal activo, su principal contribuyente, y la empresa que más actividad económica genera a lo largo y ancho de la geografía colombiana.