Bogotá pone fin al racionamiento de agua, después de un año de restricciones en el servicio debido a la caída hasta niveles históricamente bajos de los embalses que abastecen a la capital de Colombia. “Gracias al compromiso de toda la ciudad, la crisis de agua más grave en la historia de Bogotá ha terminado”, anunció a primera hora de este viernes el alcalde mayor, Carlos Fernando Galán. “A partir del sábado se levanta el racionamiento de manera permanente”, explicó.
Aunque los embalses del Sistema Chingaza, que surten la mayor parte del agua que consumen los bogotanos, todavía están por debajo de la mitad de su capacidad, la situación es muy distinta a la del pasado abril, cuando se implantó la impopular medida. Hay más agua en las reservas que hace un año, la ampliación del Sistema Tibitoc ha permitido aliviar la presión sobre Chingaza y la temporada de lluvias ya se deja sentir. Eso ha permitido levantar los cortes.
“Ha sido la crisis más compleja que ha enfrentado la ciudad en términos de escasez de agua. Sabemos que fue un año muy difícil para todos, que afectó la calidad de vida de los habitantes de Bogotá, que implicó sacrificios para muchos”, reflexionó Galán en una rueda de prensa a primera hora de la mañana, acompañado por la gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado (EAAB), Natasha Avendaño. “Pero gracias a las decisiones técnicas que se tomaron en Bogotá, que tomó el acueducto, al comportamiento ciudadano, al racionamiento, a la capacidad que se ha ampliado en Tibitoc, hoy podemos dar por superada esa crisis que vivió Bogotá”, reivindicó el alcalde.
Después de un año, y gracias al compromiso de toda la ciudad, la crisis de agua más grave en la historia de Bogotá ha terminado. A partir del sábado se levanta el racionamiento de manera permanente. https://t.co/i3y5Yg1O6k
— Carlos F. Galán (@CarlosFGalan) April 11, 2025
Colombia, el sexto país más rico del mundo en agua dulce, es vulnerable a los eventos climáticos extremos a pesar de esa abundancia. También lo es su capital, una ciudad de ocho millones de habitantes enclavada en la cordillera de Los Andes y famosa por su clima lluvioso. Bogotá se surte de los embalses que la rodean, con el páramo de Chingaza como su mayor despensa de agua. Cuando se diseñó el sistema, eran impensables épocas de sequía tan extrema como la que sufrió en 2024. El fenómeno El Niño, reforzado por el cambio climático, se dejó sentir con días secos y altas temperaturas. Los páramos, cada vez más afectados por el calentamiento global, no retuvieron a lo largo del año pasado tanto líquido como acostumbran. En un ejemplo ilustrativo, el pasado agosto fue el mes con menos lluvias de los últimos 55 años.
El bajísimo nivel del Sistema Chingaza, que llegó a estar por debajo de una quinta parte de su capacidad, fue la principal razón que llevó al alcalde Galán a implantar el esquema de racionamiento, que dividía a la ciudad en nueve zonas, desde el 11 de abril de 2024. La zona metropolitana de Bogotá ha estado sometida desde entonces a cortes del servicio por turnos, del sur al norte, de las zonas industriales en el occidente hasta los barrios empotrados en los cerros orientales. En medio de sus constantes llamados a reducir la demanda, la Alcaldía incluso estableció el pasado septiembre un Día Cero que activaría medidas más restrictivas si el nivel de Chingaza descendía al 36% de llenado. Por fortuna, nunca ocurrió.
La crisis ha servido para que los bogotanos se familiaricen con sus fuentes de agua, que antes creían inagotables. En condiciones normales, el 70% del líquido proviene del Parque Natural Nacional Chingaza, un delicado ecosistema de bosques y páramos. Allí se levantó a partir de 1969 ―cuando Chingaza aún no era declarado un parque natural― un sistema artificial de recolección. El Sistema Tibitoc, que potabiliza el agua del río Bogotá, solía aportar en torno al 25% mientras que otro páramo cercano, el de Sumapaz, el más grande del mundo, entrega el 5% restante. A la espera de decisiones más estructurales, las autoridades han incrementado la participación de Tibitoc ―es decir, del río Bogotá― para aliviar la presión. En este momento, aporta 44% y Chingaza 53%, de acuerdo con los datos más recientes de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado.
El momento más crítico se aleja a medida que las lluvias arrecian en buena parte de Colombia, producto ahora del fenómeno La Niña. Bogotá no es la excepción. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) espera un incremento en abril, mayo y probablemente junio, dependiendo de la región del país. De hecho, hay alertas en varios municipios de Cundinamarca por las crecidas del río Bogotá, que atraviesa de norte a sur al departamento que rodea a la capital.