No sé qué emoción sentir cada vez que el exministro de exteriores de este Gobierno, Álvaro Leyva, publica uno de sus, ahora frecuentes, maxi trinos en los que expresa su preocupación sobre la situación del Gobierno, del presidente y del país. No sé si debo preocuparme. No sé si debo alistarme para algo realmente nefasto para la democracia colombiana. No sé si nos quiere alertar sobre algo que no se puede decir pero que ahí está. No sé si el presidente Petro lo lea. No sé si alguien en realidad más allá de interpretar, entienda lo que se está convirtiendo en un inquietante goteo de datos que más pareciera la afinación de las trompetas del Apocalipsis.
Del más reciente maxi trino me quedo con la mención a Álvaro Gómez Hurtado, ese gran hombre de la política, mártir de un país que alguna vez soñó con ser decente. Y no es que la mención a Gómez Hurtado sea la clave para entender el mensaje de Leyva, pero sí es una interesante puerta para ir más allá de lo que sea que el exministro nos quiere advertir.
Y es que Leyva habla negativamente de dos ministros del actual Gobierno. Habla de una situación personal del presidente. Habla de una suerte de mal paso que podría estar dando el jefe de estado. Habla en un lenguaje críptico sobre un hecho que seguro podría afectarnos a todos. Por eso urge desentrañar el misterio. Y ahí es donde quiero acudir a la sabiduría de Álvaro Gómez Hurtado, pues tal vez en sus últimos escritos o alguna de sus últimas intervenciones públicas se encuentre una pista para resolver el acertijo de Leyva.
Voy a aventurar una hipótesis: Leyva cree o descubrió que “el régimen” tiene al presidente Petro bajo su control y es rehén del mismo, al punto que podría llevarlo a cometer una locura.
Vale la pena aclarar que “el régimen” no es el de Maduro, sino un concepto genial y triste que el mismo Gómez Hurtado acuñó para hacer referencia a una fuerza invisible que lleva décadas ahogando a Colombia en la miseria, la violencia y la desesperanza, mientras que este sistema se lucra, manda, pero no hace nada por cambiar al país.
“El régimen” tiene como base la política. “Forma parte del establecimiento y es el vehículo contaminante de todo lo que a este pertenece: el Congreso, los partidos, la prensa, los grupos económicos, los sindicatos, la policía, la enseñanza. Todo tiene algo de política porque esta ya no es un manejo de los conceptos sobre el Estado, sobre la libertad y sobre el orden, sino un enmarañado sistema de compromisos adquiridos. No hay opiniones políticas, puesto que todo se reduce al tráfico de las componendas”.
“El responsable de la decadencia y de la corrupción del país es el Régimen, sistema de compromisos y de complicidades que está dominando la totalidad de la vida civil. El Régimen es más fuerte y más duradero que cada uno de sus componentes. El gobierno es el agente más activo de este conglomerado de solidaridades ilegítimas. Al mismo tiempo actúa como prisionero. Carece de independencia (…). Nada se obtiene cambiando el gobierno porque lo que sigue imperturbable es el Régimen.”
¿Será de esto que nos quiere alertar el exministro? Ojalá llegue pronto el final de la espera.