Hace 55 años, la capital del Valle perdió a una de sus figuras más queridas y singulares. Jovita Feijó, fue la mujer que, con voz chillona y porte altivo, se convirtió en reina sin corona y sin necesidad de pertenecer a la aristocracia.
Su corazón se detuvo a las 7:45 de la mañana mientras tomaba un baño en su casa del barrio El Hoyo, en pleno centro de Cali, dejando un vacío en el alma popular de la ciudad.
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Había nacido el 6 de junio de 1910 en una zona rural del municipio de Palmira, en el corregimiento El Bolo Alizal.
Fue empleada del servicio, soltera por elección o por destino, sin hijos ni amores oficiales, pero con una fe inquebrantable en su linaje inventado y una convicción que desarmaba cualquier burla; ella era de sangre azul, la reina de Cali.
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Su fama despegó tras presentarse en 1968 al programa radial “El cantante de los 100 barrios caleños”, donde entonó, más con entusiasmo que con afinación, el vals peruano Piquito.
Aunque los ladridos grabados, recurso usado para interrumpir a los malos cantantes, intentaron sacarla del escenario, Jovita los ignoró con la dignidad de una emperatriz. Asimismo, el público estalló en risas, vítores y aplausos. Fue el nacimiento de una leyenda urbana, pues de allí salió coronada como “Reina de la Simpatía”.
Más adelante fue proclamada como “Reina de los Estudiantes de la Universidad del Valle” y, finalmente, como la mismísima “Reina de Cali”. Siendo Jovita Feijó la única que ocupa el trono.
Siempre elegante, con vestidos de seda, guantes y abanicos regalados por sus antiguas patronas, recorría las calles con una altivez tan convincente que los hombres se bajaban de la acera para dejarla pasar.
Su presencia trascendió y se convirtió en símbolo de la ‘sucursal’: La trascendencia de Jovita Feijó en Cali
El escultor Diego Pombo, reconociendo su carácter icónico, inmortalizó su imagen en una estatua que fue develada en 2007 y hoy se alza en el Parque de los Estudiantes, frente al tradicional colegio Santa Librada.
Aunque su monumento hoy viste de negro, como homenaje a su partida, Jovita sigue viva en la memoria colectiva de Cali.
Su historia, mezcla de fantasía, resistencia y alegría, le aseguró un lugar en el corazón de su pueblo. Sus restos descansan en el Cementerio Central, pero su espíritu camina cada día por la ciudad que la convirtió en su reina eterna.
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