En Sevilla, el Culé le ganó 3-2 al Merengue y consiguió el título por vez número 33. Pedri rompió el cero para el club blaugrana en el primer tiempo, Mbappé, de tiro libre y Tchouamení dieron vuelta el juego. Ferran Torres, a 5 del final, equiparó el marcador y a instantes de que la historia termine en penales, Jules Koundé convirtió el tercero para el Barça.
El Barcelona venció 3-2 al Real Madrid en una final histórica de Copa del Rey, con gol agónico de Koundé en la prórroga.
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En una noche de emociones extremas, el FC Barcelona conquistó su 32ª Copa del Rey al derrotar 3-2 al Real Madrid en el estadio de La Cartuja, en una final que rozó la épica y que se decidió gracias a un gol agónico de Jules Koundé en el minuto 116.
El partido, de esos que se quedarán grabados en la memoria de los clásicos, comenzó con un Barcelona decidido a imponer su ley. Ferran Torres adelantó al conjunto culé al minuto 84, después de una primera parte de lucha cerrada y ocasiones contadas. Sin embargo, lo que parecía el golpe definitivo apenas fue la apertura de una tormenta.
El Real Madrid, que nunca entrega las armas, dio una lección de carácter en apenas unos minutos. Primero, Aurelien Tchouaméni silenció a la parcialidad azulgrana con un misil desde fuera del área, imposible para Ter Stegen. Y luego, el nuevo ídolo merengue, Kylian Mbappé, apareció con la sangre fría que lo caracteriza para empujar el balón al fondo de la red y poner el 1-2, volcando todas las sensaciones a favor de los blancos.
Cuando el Barcelona parecía naufragar, emergió nuevamente Ferran Torres. En el minuto 84, el delantero aprovechó un rebote en el área para empatar el duelo y enviar la final a la prórroga. Antes, el árbitro Ricardo de Burgos Bengoechea estuvo a punto de cambiar la historia con un penalti señalado por una falta de Raúl Asencio sobre Raphinha, pero rectificó tras consultar el VAR.
En la prórroga, las piernas pesaban y los corazones latían al borde del colapso. Hasta que, en un error impropio de su talla, Luka Modric falló en la salida: un pase corto hacia Brahim Díaz quedó a medio camino, y allí estaba Jules Koundé, oportuno y decidido, para interceptar y fusilar a Lunin con un disparo cruzado que desató la locura blaugrana en Sevilla.
El silbatazo final selló una nueva página gloriosa en la historia culé. El Barcelona amplía su dominio en la Copa del Rey con 32 títulos, ocho más que el Athletic Club, y confirma su idilio con un torneo que lo vio levantar su primer trofeo allá por 1910. Para el Real Madrid, en cambio, queda el sabor amargo de la oportunidad perdida: su balance se queda en 20 conquistas en 41 finales.
El Barça volvió a reinar en España. Y esta vez, lo hizo de la forma que más saborea su afición: venciendo al eterno rival, en una batalla para la eternidad.